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La verdad sojuzgada a la manera rus

¿Existe un denominador común en los fenómenos relacionados con la desinformación rusa dirigida contra Polonia? Lo primero que viene a la mente al intentar responder a esta pregunta es la experiencia de la subyugación de la verdad.

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La desinformación rusa es un ejemplo de que la existencia de la verdad se percibe en primer lugar como una existencia constantemente amenazada. La desinformación rusa contra Polonia es un ejemplo práctico de que la verdad se encuentra, en primer lugar, sojuzgada, deformada.

La verdad cautiva exige luchar por su liberación. Por lo tanto, no se trata de un valor externo al ser humano. No le llega al ser humano desde el “Reino de la Realidad Objetiva”. Se trata más bien de una lucha por la verdad. Es un proceso continuo de establecimiento de las condiciones que permiten al ser humano conocer la realidad objetiva como algo que es realmente independiente de su voluntad. Alcanzar esa verdad equivale a la integración de uno mismo. Por lo tanto, la verdad no se trata de algo dado, de una vez para siempre, sino que se conquista continuamente. Estas son las conclusiones que surgen al enfrentarse a la desinformación sistémica y centralizada de un Estado autoritario.

Gente mentirosa

La lucha por la verdad está entrelazada con la oposición a quienes nos esclavizan mediante la desinformación sistémica. La desinformación es obra de personas inteligentes. La lucha contra la desinformación implica contrarrestar las mentiras construidas por personas inteligentes. ¿Quiénes son? Son periodistas corruptos, oficiales del FSB o del Servicio de Inteligencia Exterior ruso, o políticos (Putin, el expresidente ruso Medvédev). La desinformación en Rusia tiene sus caras específicas. Por lo tanto, se podría compilar una lista de desinformadores rusos. Algunos de ellos ya están sujetos a sanciones de la UE. Son responsables de socavar el prestigio de la verdad no solo en la política, sino también en la cultura en general. Los propagandistas no tienen reparos en mentir.

Desinformación

La desinformación rusa es una acción sistemática destinada a influir en la opinión pública, desestabilizar a las sociedades y permitir al Kremlin alcanzar sus objetivos políticos y estratégicos. Es un elemento de la denominada guerra informativa que, junto con las acciones militares y económicas, constituye un aspecto clave de la estrategia híbrida rusa.

 

Los principales objetivos de la desinformación rusa son socavar la confianza en las instituciones estatales, los medios de comunicación, la OTAN y la UE, crear un caos informativo que dificulte el acceso a información fiable, polarizar las sociedades (incluso reforzando las divisiones políticas, sociales y culturales), fortalecer las narrativas prorrusas, por ejemplo, glorificando las acciones del Kremlin o desacreditando a los oponentes políticos, y debilitar el apoyo a Ucrania mediante información falsa sobre la guerra, los refugiados o las sanciones contra Rusia.

Los principales métodos son las noticias falsas (difusión de información falsa o manipulada). Rusia también recurre a trolls de internet, organizaciones o individuos que crean y amplifican narrativas prorrusas en redes sociales. También operan bots (cuentas automatizadas que difunden propaganda). La propaganda rusa manipula imágenes y vídeos, incluyendo deepfakes y grabaciones falsas. Se utilizan medios de comunicación locales para promover narrativas afines a los intereses del Kremlin. Se difunden teorías conspirativas, por ejemplo, sobre planes ocultos de Occidente o amenazas ficticias hacia Rusia.

Actualmente, con la guerra entre Rusia y Ucrania en curso, la desinformación rusa se manifiesta en forma de información falsa sobre los refugiados ucranianos después de 2022 (por ejemplo, sobre sus supuestos delitos en Europa). Asimismo, en la narrativa sobre la supuesta responsabilidad de la OTAN en el estallido de la guerra en Ucrania. Anteriormente, se había convencido a los rusos de la existencia de laboratorios biológicos estadounidenses en Ucrania que fabricaban armas biológicas. Esta cadena de mentiras continuará. De este modo, la propaganda rusa crea una realidad adaptada a las necesidades de la guerra. Como resultado de estas acciones, las mentiras creadas no tienen nada que ver con la realidad. Es un mundo al revés. Por lo tanto, vale la pena examinar más de cerca este fenómeno.

Código de red

El análisis de casos concretos de desinformación rusa dirigida contra Polonia debe tener en cuenta el papel del código de red que Rusia emplea en la guerra cognitiva contra Polonia. Se trata de un conjunto de rasgos, patrones de personalidad, valores, emociones y preferencias de comunicación que caracterizan a la sociedad en el espacio informativo y digital. Los especialistas militares y los servicios pertinentes estudian estos elementos para influir eficazmente en las actitudes, decisiones y comportamientos de los grupos objetivo, lo cual constituye un elemento clave de la guerra híbrida moderna y las operaciones psicológicas.

El código de red de una nación abarca su cultura de comunicación en línea: sus plataformas de redes sociales favoritas (p. ej., TikTok, Twitter, Telegram), su lenguaje y estilo de comunicación dominantes (formal/informal), y la frecuencia y los medios para compartir información (p. ej., memes, hashtags). El código de red de una comunidad nacional debe incorporar la información proporcionada por la psicología colectiva: valores nacionales, símbolos y narrativas históricas, sensibilidad hacia determinados temas (p. ej., patriotismo, religión, cuestiones de identidad) y reacción ante las crisis (p. ej., solidaridad ante una amenaza). Comprender los patrones de consumo de información también es útil para comprender el código de red de una comunidad nacional determinada.

Los patrones de consumo de información incluyen, entre otros, la confianza en determinados medios de comunicación o líderes de opinión, las fuentes de información populares (medios tradicionales frente a medios alternativos) o la propensión a aceptar teorías conspirativas. Quienes desean conocer los patrones de consumo de información deben poseer conocimientos tecnológicos sobre las redes sociales y los algoritmos que predominan en un país determinado. Quieren conocer la geolocalización del tráfico de red. Analizan los datos de los usuarios. Su objetivo es debilitar la ciberseguridad de la infraestructura de Internet.

Guerra cognitiva

Todo esto sirve a la guerra cognitiva. La guerra cognitiva es un elemento clave de los conflictos contemporáneos, y el análisis del código de red de la comunidad nacional que es objeto de agresión se convierte en una herramienta fundamental dentro del arsenal de las estrategias bélicas modernas. El objetivo de esta guerra es crear una narrativa. El enemigo cuenta la historia.

Los atacantes explotan el conocimiento del código de red para crear desinformación que se alinea con las expectativas, los miedos o las creencias de una comunidad determinada. También es importante construir divisiones sociales y profundizar los conflictos internos existentes. Esto se logra explotando las diferencias políticas, étnicas o culturales, incentivando acciones específicas (p. ej., protestas, boicots) o desmotivando la acción (p. ej., debilitando la moral durante una crisis). Estos ataques suelen tener como objetivo elementos cruciales de la identidad nacional, socavando elementos clave de la cultura y la historia de la nación.

Rusia explota, con mayor o menor eficacia, el código de red de las sociedades occidentales para influir en las elecciones políticas, reforzar las divisiones sociales y crear caos informativo. Lleva a cabo campañas destinadas a mejorar su imagen en los medios de comunicación internacionales, pero también investiga las preferencias de los usuarios con fines económicos y políticos. Hoy en día, equipos enteros de desinformadores profesionales en Moscú, San Petersburgo o Kazán trabajan para que sintamos inquietud y aversión unos hacia otros y, sobre esta base, tomemos decisiones políticas o económicas.

Marek Melnyk

 

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