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Los polacos no son «rusófobos»

Polonia está ahora simplemente presa de la rusofobia. Nos odian, nos odian con locura. Todos. Son víctimas. Les han lavado el cerebro, los han hechizado. Están dispuestos a pasarse la vida odiando a los rusos. Tarde o temprano, pasará, como un resfriado común, pero, por desgracia, ahora la situación es así.

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Estas palabras absurdas y falsas fueron pronunciadas con total seriedad por Dmitri Peskov, portavoz del presidente ruso, ante la juventud rusa. Peskov hizo esta declaración el 24 de abril de 2023, durante un evento educativo muy importante en Rusia: el «Maratón Educativo Federal – Conocimiento».

Este evento se celebró por quinta vez en cinco ciudades rusas: Moscú, Ekaterimburgo, Arcángel, Piatigorsk y Luhansk. Entre los ponentes en Moscú se encontraban el mencionado secretario de prensa del presidente ruso, Dmitri Peskov; el primer subjefe de la Administración Presidencial de la Federación Rusa, Serguéi Kiriyenko; el ministro de Finanzas, Antón Siluanov; y numerosas personalidades políticas y culturales.

Durante tres días, el evento en Moscú contó con la asistencia de más de 18.000 invitados, quienes no solo acudieron para asistir a las conferencias, sino también para interactuar personalmente con representantes de la élite gobernante rusa. Todos coincidieron en que se había desatado una guerra híbrida contra Rusia, que exigía sacrificio del pueblo ruso y fe en las posibilidades inherentes a Rusia.

Argumentaron que el conocimiento se está convirtiendo ahora en un antídoto a las mentiras y falsedades difundidas por Occidente durante la guerra entre Rusia y Ucrania.

Rusofobia – mito ruso

En los medios de comunicación rusos y en las declaraciones de políticos rusos, aparecen con frecuencia frases sobre la supuesta «rusofobia» como manifestación de hostilidad irracional. Esta es una frase favorita, por ejemplo, del ministro de Asuntos Exteriores, Sergei Lavrov. Cabe destacar que los políticos rusos utilizan el término «rusofobia» cuando se enfrentan a críticas sobre las acciones del gobierno ruso.

Según ellos, las críticas a las políticas del Kremlin son irracionales. Por lo tanto, se derivan necesariamente de prejuicios contra el pueblo ruso. La propaganda mediática rusa suele retratar a Rusia como víctima de conspiraciones internacionales, lo que puede llevar a que las críticas extranjeras a Rusia se perciban como una forma de prejuicio o incluso rusofobia. La rusofobia es un término que se refiere al prejuicio, la hostilidad o el miedo a los rusos, así como a la cultura rusa.

Este fenómeno tiene diversas causas, entre ellas históricas, políticas y culturales. Suele aparecer en el contexto de la agresiva política exterior rusa, especialmente en regiones que han sufrido la expansión territorial, la invasión o la injerencia rusa en los asuntos internos de otros Estados, como Ucrania, Georgia o los países bálticos. Se supone que la supuesta «rusofobia» es una manifestación de hostilidad hacia los rusos por ser rusos. Esta visión pretende reforzar la sensación de aislamiento de los rusos respecto a un mundo exterior hostil. Esta imagen se ha perpetuado durante siglos. A veces tengo la impresión de que cambiar esta imagen del mundo exterior es muy difícil en Rusia, porque los rusos parecen haber llegado ya a creer que sus vecinos no les quieren.

En su opinión, la rusofobia es algo innato. Es un tipo de trastorno, una manifestación de agresividad social hacia los rusos, transmitida por algún mecanismo biológico. Esta agresividad genera prejuicios irracionales. Por lo tanto, en las narrativas políticas y mediáticas rusas, el término «rusofobia» se utiliza para distorsionar la realidad y suprimir cualquier crítica a Rusia. En la práctica, las acusaciones de rusofobia sirven para ganar puntos políticos a nivel nacional e internacional. De esta manera, Rusia busca presentarse como víctima de críticas injustas, y cualquier acción de los países que se oponga a los intereses rusos se atribuye a una actitud «persecutoria» hacia Rusia.

“Enfermedad” polaca

Polonia se percibe como un lugar donde esta «enfermedad» está particularmente extendida. La acusación «rusofobia» extendida en Polonia es un asunto complejo, que abarca tanto el mito como la realidad. El Kremlin utiliza esta acusación como herramienta de propaganda cuyo objetivo es desacreditar las críticas a las acciones rusas, en particular las relacionadas con la política exterior. Algunos en Europa ya se han tragado esta mentira antipolaca. Creen que, por lo tanto, los polacos no pueden ser objetivos en su evaluación de Rusia, ya que tienen prejuicios y carecen de una actitud racional hacia sus vecinos del este.

La indiferencia hacia Polonia fue evidente, por ejemplo, cuando se opuso a las acciones rusas y alemanas relacionadas con Nord Stream 1 y 2. Las críticas a la política energética alemana, basadas en una cooperación acrítica con Rusia, se presentaron como «impregnadas de rusofobia», con la intención de neutralizar los argumentos polacos. El Kremlin sigue utilizando sistemáticamente este término para deslegitimar la política exterior polaca, alegando que Polonia se mueve por un odio irracional hacia Rusia.

La sociedad polaca, en general, ve a Rusia con considerable escepticismo. Las encuestas de opinión pública muestran que los polacos suelen percibir a Rusia como una amenaza, principalmente debido a sus políticas exteriores e interiores. Sin embargo, cabe destacar que estas actitudes no se deben a prejuicios contra los rusos como nación, sino a una evaluación de las acciones del gobierno ruso. También existe interés en Polonia por la cultura, la literatura y el arte rusos, lo que sugiere que la «rusofobia» polaca se centra principalmente en cuestiones políticas, y no sociales o culturales.

La política de Polonia hacia Rusia no surge de un odio irracional, como suele sugerir el Kremlin, sino por una evaluación realista de la situación geopolítica y las amenazas. Como miembro de la OTAN y de la Unión Europea, Polonia se esfuerza por mantener su soberanía y seguridad, así como las de la región de Europa Central y Oriental. Un elemento clave de esta política es el fortalecimiento del flanco oriental de la OTAN. Polonia desempeña un papel clave en la promoción de la presencia militar de la OTAN en su territorio, cuyo objetivo es disuadir una posible agresión rusa.

El apoyo a Ucrania es crucial en este contexto. Polonia apoya activamente a Ucrania tanto política como económicamente, reconociendo que una Ucrania soberana y democrática es clave para la estabilidad de la región. Polonia ha logrado la diversificación energética, liberándose de la dependencia de los recursos energéticos rusos mediante el desarrollo de fuentes de energía alternativas y la cooperación con otros países de la región.

El recelo tiene causas racionales

Aunque la propaganda rusa acusa a Polonia de rusofobia, existen diversas razones por las que la sociedad y las élites políticas polacas son escépticas con respecto a Rusia. Muchas de estas razones son de carácter histórico, pero las acciones contemporáneas de Rusia también avivan estos temores. Por lo tanto, esto no es algo irracional. Todo lo contrario. Es una actitud fundamentalmente realista. A continuación, se presentan algunas fuentes de este realismo polaco con respecto a Rusia.

Memoria histórica

Las experiencias históricas de Polonia con Rusia y la Unión Soviética desempeñan un papel fundamental en la configuración de su postura actual hacia Moscú. Durante siglos, Polonia estuvo bajo la esfera de influencia rusa, lo que a menudo derivó en conflictos. Entre los momentos más significativos se encuentran las particiones de Polonia (1772, 1793 y 1795), en las que Rusia desempeñó un papel clave, contribuyendo a la desaparición de Polonia del mapa europeo durante más de 120 años. Esas particiones condujeron a levantamientos nacionales contra el dominio ruso en el siglo XIX.

Además, los polacos temen a Rusia debido a la invasión de Polonia por la Unión Soviética en 1939 como parte del Pacto Ribbentrop-Mólotov, la posterior ocupación del este de Polonia y la represión masiva y las atrocidades, cuyo emblema es Katyń. Todo esto se originó en la era comunista, cuando Polonia era un estado satélite de la URSS, lo que significaba que carecía de soberanía política. Estos acontecimientos históricos dejaron profundas huellas en la memoria colectiva polaca, generando una desconfianza duradera hacia Rusia.

Política exterior rusa

Las acciones de Rusia, como la guerra en Chechenia, la guerra en Georgia en 2008, la anexión de Crimea en 2014, el apoyo a los separatistas en el Donbás y la guerra con Ucrania que comenzó en 2022, son recibidas con desaprobación en Polonia. Esto provoca un aumento natural de la actitud negativa hacia Rusia. Sin embargo, esto no es irracional. Es una muestra de sentido común. Los polacos están especialmente preocupados por los crímenes de guerra y las violaciones de derechos humanos cometidas por Rusia. Todo esto profundiza la actitud negativa hacia Rusia, no solo en Polonia.

El rol de Polonia en Europa

Tras el colapso de la URSS, Polonia se convirtió en uno de los principales defensores de la integración con Occidente, en particular con la OTAN y la Unión Europea. Rusia, por su parte, considera estas instituciones una amenaza para su esfera de influencia. Entre los acontecimientos clave que han moldeado la postura actual de Polonia hacia Rusia se encuentran la anexión de Crimea y la guerra del Donbás, que Polonia condenó rotundamente, considerándolas una amenaza no solo para Ucrania, sino también para la estabilidad de toda Europa. Los polacos temían el aislamiento energético de Rusia, asumiendo que el Nord Stream 2, que conecta Rusia con Alemania, aumentaría la dependencia europea del gas ruso, lo que podría utilizarse como herramienta de presión política. Los polacos también temen, con razón, la guerra híbrida dirigida por Rusia, cuyo objetivo es la desinformación y desestabilización de Europa. La influencia de Rusia en la política interna y la desestabilización de otros países (por ejemplo, mediante ciberataques) se perciben como una amenaza directa en Polonia.

Mito antipolaco

Las acusaciones de rusofobia hacia Polonia son, en gran medida, un mito propagado por las autoridades rusas para desacreditar las preocupaciones y acciones polacas relacionadas con la política rusa. En realidad, el escepticismo de Polonia hacia Rusia se basa en experiencias históricas reales y amenazas geopolíticas actuales. La política polaca hacia Rusia surge del deseo de garantizar la seguridad, la soberanía y la estabilidad en la región, no de un odio u hostilidad irracional hacia Rusia como tal.

Marek Melnyk

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